Cuando se publique este testimonio de la vida de Darwin, queremos darles a conocer que él ya ha sido llamado a la casa del Padre el día 16 de agosto de 2022. Escribió su testimonio en la enfermedad vivida y abrazada desde el amor. El amor a Dios en primer lugar y el amor a todo el que iba a acompañar sus momentos, no fáciles, de dolor y entrega, especialmente a su mujer, Belén, que no se ha separado de él ni un minuto, a su madre, su hermana…
Darwin era consciente de que se moría. Cada día era una nueva victoria. Antes de partir le decía a su mujer, a su madre, a sus hijos…: “que estéis siempre unidos, que forméis una familia”, “yo estaré con vosotros siempre, ahora, más que nunca”.
Murió rodeado del cariño y del amor de los suyos. Todos cogidos de su mano, rezando, encomendando su alma a Dios. Despidiéndose hasta el Cielo…
Mi nombre es Darwin Paredes. Soy un chico de 33 años. Soy esposo y padre de tres niños: una niña de 13 años, un niño de 8 y un bebé de 8 meses. Mi vida empezó a cambiar drásticamente a finales de marzo de 2022 cuando en mi vida cotidiana de trabajo empecé a sentir dolores como lumbago o ciática. Un día, llegando de mi trabajo exhausto de cansancio, en mi vientre sentí un bulto que nunca había estado en ese lugar. Pasados los días y viendo que el dolor empeoraba, fui a urgencias del hospital y en ese momento empezó todo.
Aquel 8 de abril de 2022, por la tarde, me dieron la noticia: "Darwin tienes una masa y tiene mucha pinta de ser maligno, al parecer creemos que se trata de un tumor llamado sarcoma y debes quedarte ingresado para controlar el dolor y hacer una biopsia necesaria”. En ese momento sientes que se junta el cielo con la tierra. Soy criado en la fe de Dios, la cual ha sido la que desde el momento en el que me dieron la noticia hiciera que me dé la calma, fuerza, templanza y sobre todo la actitud para poder sobrellevar esto. Todo fue empeorando y me llegaron los resultados de la peor noticia, “debemos confirmar nuestras sospechas, el tumor que tienes es maligno, es un liposarcoma”. Solo en la oración, que tanta gente estaba haciendo por mí, encontraba las fuerzas, la tranquilidad que necesitaba. Los médicos se sorprendían, mi familia también... yo me sentía fuerte en Dios. "Él está conmigo de la mano", les decía a todos, "él no me deja nunca y él me va a sacar de todo esto". Durante todo este tiempo jamás se me ha ocurrido contradecir el poder de Dios o cuestionar "¿por qué a mí?".
Pasaban los días y probando medicamentos en mí para poder quitar el dolor, que muchas veces casi me dejaban inconsciente y con muchos síntomas de malestar, llegó un médico y me dijo: "Darwin, lo siento mucho pero los dolores neuropáticos, que son lo que tú tienes, son de los peores que puede experimentar el ser humano y, lastimosamente, no tenemos ningún medicamento para ello". Así debía seguir hasta que llegara la operación.
Durante todo este tiempo, también debo decir que Dios puso en mi camino a un equipo de cirujanos, médicos, enfermeros, auxiliares y personas excepcionales. Se acercaba la fecha de mi operación, 17 de mayo de 2022, y por causas inexplicables me contagié de covid. Ante esto, que podía impedir la operación, mis palabras a mi familia fueron: “si Dios quiere que me operen lo van hacer y, si Él decide que yo debo salir de UCI, así será, porque Él tiene la última palabra en mi vida”. Llegó el día 17 de mayo, entré a quirófano con pronósticos muy complicados...10 horas de operación hicieron falta para saber qué sucedería... y, dando gracias a Dios, me encuentro vivo y recuperándome.
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Llevamos 23 años casados y tenemos seis hijos entre 22 y 8 años. Cuando preguntan el porqué de nuestra vocación al matrimonio, siempre nos aparece como primera respuesta que es nuestro camino personal de santidad. Una santidad entendida no como el sufrimiento por los hijos, la carga de la familia, los problemas de la pareja, sino como un caminar junto a la persona elegida, hacia el cielo. Es una elección libre de los dos, pero que Dios nos hizo ver en un momento determinado de nuestras vidas. Igual que otra persona puede sentir la llamada al celibato para dar gloria a Dios, nosotros hemos sentido la llamada al matrimonio para dar gloria Dios.
Nuestra vocación es imitar en la medida de lo posible a la familia de Nazaret, cuidando del amor que nos debemos entre los esposos, entre los padres e hijos. La gracia del sacramento nos hace crecernos en las dificultades, unirnos en el momento difícil, perfeccionar nuestra forma de querernos, asumir con alegría la responsabilidad de la educación y acogida de nuestros seis hijos, que viven de forma natural un ideal de vida trascendente, fundamentado en la familia de Nazaret. Tienen claro que en la familia se les quiere por lo que son, se les protege y se les ayuda, para que también con libertad y responsabilidad descubran su camino al cielo.
Agradecemos a las personas que comparten el sentido de este lema desde su vocación.
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